
El arte de la paz
En los tiempos remotos del Japón feudal, vivía un samurái cuya habilidad con la espada era legendaria: Nunca había sido derrotado en un duelo, ganando así una reputación formidable entre sus pares. Sin embargo, su destreza también atrajo la envidia de muchos, y se encontraba constantemente acosado por jóvenes espadachines ansiosos por probar su valía.
Sin una sola gota de sangre derramada, el samurái legendario había ganado un duelo más.
Un día, el samurái navegaba tranquilamente en un lago junto con un grupo de pasajeros, entre los cuales se encontraba un joven impaciente y arrogante. Éste, al enterarse de su identidad, y ansioso por hacerse un nombre a expensas de su leyenda, desafió al samurái a un duelo; insistiendo en desembarcar en una isla cercana para librar el combate.
El samurái no pudiendo rehusarse, con resignación soltó un suspiro y aceptó el desafío. Sin embargo, una vez en la isla, sabiendo que su destreza no necesitaba más validación y cansado del inútil derramamiento de sangre, el samurái simplemente giró su bote y navegó de regreso hacia la orilla opuesta, dejando al joven espadachín varado en la isla con su impaciencia y arrogancia por compañía.
Sin una sola gota de sangre derramada, el samurái legendario había ganado un duelo más.